Con la hierática postura de rockstars renegados, Dan Aurebach y Patrick Carrick
representan la salvación del rock “revival”. Tienen claro que cuentan con el
respaldo de esa laboriosa década sin descanso de trabajo, tratando de reestablecer con determinante ímpetu, un género que se debatía entre la vida y la muerte a manos de las viejas generaciones;
conscientes de su convicción por el blues, saben de sobra que su estructura musical se
encuentra en las sólidas y poco erráticas bases del rock de los setenta.
The Black Keys busca consolidar dos de los más representativos géneros de rock del
pasado en tiempos nuevos, donde la cultura pop se ha inclinado por arrojar grupos
disfrazados del indierocknroll que llegó con los Strokes diez años atrás, los mismos
diez años que la pareja estadounidense invirtió en remembrar un estilo de hacer rock
que se había quedado en el olvido. Black keys emerge del anonimato de muchos para
enseñarle al mainstream, que no todo es moda, canciones de amor, y música de
sonidos pegajosos.
Alegre, relajado, fresco, podrían ser algunos de los conceptos que mejor definan a El
Camino, último álbum de estudio del dueto de Ohio, pero no es así, en su interior
contempla el alma oscura del blues, como en todos los discos del grupo, pareciera que
le tienen un respeto especial a esta tendencia de los setentas, incluso da la impresión
que The Black Keys es un tributo a los grandes padres del rock. En cada acorde
pentatónico se oye como un trueno, el legado de Led Zeppelin, de Hendrix, incluso de
los viejos B.B. King o John Lee Hooker.
Ignorados en sus inicios, subestimados como banda, parece que al fin su cruzada por
rescatar los géneros padre del rock contemporáneo comienza a tener resultados. Justo
después de un año de alumbrar Brothers (2010), The Black Keys vuelven con El
Camino, editado el año pasado, y que llegó en un momento crucial, los colocó como
banda principal en los principales festivales del mundo, y no sólo eso, sino que la
revista NME se tomó la libertad de considerarlos herederos del rock mundial.
Sin embargo, ni ellos mismos saben la magnitud de su trabajo y la fama que este
pueda traerles, se aprisionan tanto en sus raíces musicales que no las dejaran por
nada, se aferrarán hasta las últimas consecuencias, hasta que las llaves negras del
teclado bemol traducido en escalas pentatónicas de sus guitarras se destrocen de uso
y desgaste. No cambiaran por nada, y no es un asunto de innovación, más bien ese es
el papel que les tocó jugar al heredar una responsabilidad tan peligrosa y tan digna.
Es posible que exista mella en sus próximas producciones, pero The Black Keys no lo
sabrán, ellos sólo conocen un modo de hacer las cosas: el suyo. Orgullosos,
insolentes, renegados, han llegado a la nueva década para hacer resurgir de las
cenizas el rock olvidado por la moda y los estereotipos del nuevo mundo.
- Fuente: Propia.
- Texto: Eduardo L. Marceleño García
- Fotografía: cedida por www.musicopolis.es
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