Cuando aún resultaba sencillo hacerse de cualquier
material musical mediante blogs, encontré en uno de ellos, titulado Chicos
Topo, un disco que según la reseña era
un pilar fundamental en la construcción del movimiento indie pop español de los
noventas. El autor de este texto hacía referencia a algo llamado Sonido San
Sebastián o Sonido Donosti.
La curiosidad por escuchar aquello catalogado,
según un hombre topo, como “perfecto” me hizo descargarlo de inmediato, unos
cuantos sonidos de sintetizador, que entonces me remitían a los Smiths o a
DepecheMode, no me causaron la gran conmoción, medianamente simpaticé con un
par de temas titulados El Bello Verano y El Buen Vigía; ambas canciones
comparten la seña universal de la juventud: el verano. Añoran revivir épocas
que tal vez no fueron las mejores, pero que en el recuerdo lucen formidables,
algo que comúnmente solemos hacer los que pertenecemos a la especie humana, por
lo que resulta sencillo colocarle imagen y nombres a estos himnos.
Aunque no me convenció del todo, por algún motivo
jamás borre de mi ordenador Un Soplo en el Corazón, y como ocurre con las
relaciones más duraderas y significativas, Family y yo nos dimos tiempo para
habituarnos el uno al otro, le hable de mis triunfos y desventuras amorosas;
cada cierto tiempo mi estado de ánimo convergía con una de esas creaciones de
Javier Aramburu y, el hombre del apellido impronunciable, Iñaki
Gametxogoikoetxea. Así La Nadadora, El Buen Aviador, Portugal, Al Otro Lado,
Carlos Baila y El Mapa, se han sumado a mi lista de favoritas.
Los últimos años, y mi insoportable necesidad de
sentirme nostálgico cada tanto, me han hecho encontrarme más frecuentemente con
el Sonido de San Sebastián en agrupaciones como Le mans, Los Planetas y
recientemente El Joven Bryan Superstar, pero Un Soplo en Corazón será siempre mi
primer acercamiento a este movimiento tan regional, autentico, de letras tontas
e inocentes, pero dolorosas a la par.
En México las repercusiones de Family no son
menores, aunque pasan desapercibidas para los despistados, pues en series
transmitidas por la televisión pública se pueden escuchar alguna de las
canciones del disco “Homenaje a Family”, igualmente las nuevas generaciones de
bandas de indie mexicanas saben bien de la importancia de los donostiarras, lo
que queda de manifiesto en la compilación de covers “Recítame un Poema
Mejicano” en la que algunas agrupaciones de todo el país hicieron sus propias versiones
de los temas de Family, extrañamente este material ha desaparecido de la red y
no se si culpar a Elefant Records, a las nuevas leyes de derechos de autor o a
quién, en cualquiera de los casos es una lastima.
También es notorio que los mexicanos somos
vulnerables al embrujo del Sonido Donosti, pues se puede encontrar en el
reproductor musical de un joven cualquiera canciones de grupos claramente
influenciadas por este movimiento como Cola Jet Set, Papá Topo o Love of
Lesbians.
Hoy he llegado a pensar que la trascendencia en mi
persona, y supongo en muchos otros, de este disco se debe a la basta cantidad
de símbolos que en su interior acoge y dota de un sentido que parece sólo aplicable
dentro del propio Un Soplo al Corazón, pero que al poco tiempo termina por
cruzar las fronteras auditivas, agregándose a nuestra historia. Así, sin darnos
cuenta los poemas mejicanos se convierten en la cosa más romántica del mundo,
el ya de por sí nostálgico Portugal se transforma en una tierra de deliciosa
aflicción y viajar de madrugada sin que haga falta hablar en la mayor
demostración de amor.
Aunque el flechazo en mi no fue instantáneo,
escuchar a Family, escuchar Un Soplo en el Corazón, provoca, como alguna vez
leí en alguna de las interminables reseñas al respecto, la sensación de haber
encontrado algo único y especial, un pequeño tesoro de Donosti que se quiere
compartir con aquellos a los que se aprecia.
- Fuente: Propia.
- Texto: Eduardo Marceleño García
- Fotografía: cedida por la web oficial de la compañía disquera del grupo: http://elefant.com
- Vídeos: subidos desde Youtube. Cuyas fuentes son: jramon9